Mayte Alvarado (Badajoz, 1978) escribe y dibuja desde tierra adentro su debut en formato largo. A cientos de kilómetros de la playa más cercana, la ilustradora y dibujante extremeña establece en “La isla” (Reservoir Books, 2021), un tratado sobre las especificidades de la vida insular, sobre el aislamiento, la melancolía y el hechizo de habitar en un trozo de tierra rodeado de mar por sus cuatro costados.

Alvarado lleva una década dejando rastros de un imaginario visual personalísimo en el que la elección del color y la fluidez de las formas crean una composición orgánica y viva que evoca una frondosidad natural de enigmático origen. El suyo es un talento privilegiado para plantear composiciones de belleza arrebatadora a las que no les sobra nada a fuerza de trabajar la síntesis como unidad irrenunciable de transmisión.

En “La isla” se suceden personajes, capítulos y secuencias para crear un rompecabezas organizado tanto o más para preguntar que para responder. Sus protagonistas, marcados por la nostalgia y la bruma -a veces indefinida, a veces concreta- se mueven como hechizados en un espacio atemporal, aparentemente atrapados en un ámbar de melancolía, imbuidos por una especie de fatalismo romántico que asumen con total naturalidad. No hay drama ni contrición en sus acciones, ni tampoco la transición de lo real a lo imaginado se realiza con afán de epatar.

En el ambiente onírico que Mayte Alvarado imprime en “La isla” se perciben la brisa marina y el rumor del mar de fondo, el olor de la fronda y el brillo menguante del sol en el horizonte saliendo de un gran azul para sumergirse en otro. Liberada de las prisas por plantear, solucionar, contextualizar y resolver, la autora se permite recorrer esta isla indeterminada a partir de halos de realidad y simbolismo, asentando un mood, haciendo que prime lo sensorial por encima de lo narrativo.

Hay que remontarse a la publicación de “Trazo de tiza” (Norma, 1993) por parte de Miguelanxo Prado para encontrar a un autor o autora que haya sabido transmitir de manera tan vívida la condición vital única que conlleva la insularidad. Las herramientas expresivas de Mayte Alvarado son otras, y su identidad artística le empuja a terrenos en los que la acción de fondo, la que sucede en las cabezas y los corazones de sus personajes, es tanto o más importante que la que transcurre en el ámbito estrictamente espacial.

“La isla” es la combustión lenta de un misterio mar adentro que, en el fondo, es el propio misterio del individuo enfrentado a aquello que no puede dominar ni entender. Un cómic mágico en el sentido más puro. Un auténtico disfrute._