«Si es una buena idea, continuad y llevadla a término. Es mucho más fácil pedir disculpas que pedir permiso»[1]
El confinamiento es una pena que consiste en obligar a alguien a residir en un lugar diferente al suyo, aunque dentro del área nacional y bajo vigilancia de la autoridad. Creer que los animales no conocen que están presos es tener una visión parcial de la ecuación global que lo explica todo. Claro que lo saben. Dales a elegir entre una caja o prados infinitos y los hechos hablarán por sí solos.
Pasó gran parte de aquel domingo apostado en el Parque de Cabecera del antiguo cauce del río Turia, disfrazado de abedul, con barro y con ramas. Incluso su mujer, la única persona que de verdad creía en el, le había colocado musgo en ciertos lugares del cuerpo. El camuflaje era perfecto. La termita fabricada en su casa usando aluminio y óxido de hierro liberaría gran cantidad de calor según la siguiente fórmula:
2 Al + Fe 2 O3 → Al 2 O3 + 2 Fe
Calor capaz de abrir boquetes estratégicos en muros gruesos de hormigón.
Pasaron las horas y el sol del Otoño pronto se escondió y la oscuridad comenzó vencer en el parque de Cabecera. Las familias que bucólicamente habían pasado el día al sol, poco a poco se fueron marchando y lo que era mejor, los clientes del BioParc, el nuevo eufemismo para el zoo de Valencia, abandonaron el recinto. La visión de un espalda plateada, con toda su potencia y grandiosidad, llorando y gritando al sol mientras unas familias se hacían selfies sonriendo y señalando al gran primate le lleno de ira. La decisión fue tomada en ese mismo instante. Ya no habría marcha atrás en su vida hasta que consiguiera liberar a estos prisioneros.
Era de noche y ya nadie trasegaba por el Parque de Cabecera. Tampoco en el zoo. Los animales, solícitos, habían entrado en sus dormitorios para cenar y pasar la velada. Recordaba con nitidez meridiana la visita al orfanato de las Hermanas y la sensación de desolación que sintió cuando le preguntó a la guardiana cómo es que no se escuchaban a los bebés humanos llorar:
“Al cabo de unos días de llegar al orfanato, y tras muchas horas llorando, los niños dejan de hacerlo, por que saben que nadie va a acudir a su llamada” Ahí, en la oscuridad de la noche y perfectamente camuflado, el silencio era total. El método Estivill del que sabe que nadie le espera al otro lado. “…Según el método Estivill a los 6 meses el niño debe dormir solo, en su propia habitación, con la luz apagada y luciendo una gran sonrisa cuando sus padres deciden dejarle solo, contento de que se vayan. Debe dormir 11 o 12 horas del tirón. Y así debe ser, según el autor. Si a los 6 meses el buen hijo no duerme solo en su habitación y se despide de ti con una gran sonrisa hasta la mañana siguiente tenemos un problema. Y gordo. Y hay que solucionarlo urgentemente…”[2]
Si esa es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?
Se deslizó por el terreno hasta que llegó al muro perimetral donde estaban las habitaciones de los grandes mamíferos: elefantes, rinocerontes, hipopótamos etc. Colocó las cargas termita en los puntos específicos que había estudiado previamente en los planos con relativa facilidad. Llegó a la sección de los grandes simios, su grandes benefactores, pasando por la zona de las jirafas, hienas, búfalos, marmotas, cocodrilos e incluso avestruces. Una vez las cargas estuvieron colocadas tan solo necesitaría accionarlas, pero debía de estar lejos. Muy lejos de allí, si quería contarlo. Que si los animales allí están cuidados, que si ahí les dan de comer, que si eran especies protegidas o en peligro de extinción y toda una panoplia de explicaciones que había escuchado desde todos los estamentos eran justificaciones desde aquí, desde un punto de vista, respetable, pero que no tenía nada que ver con el suyo.
“Esto es una guerra, y ellos no tienen a nadie que vele por sus intereses. Nadie excepto nosotros. Toma partido.”, escuchó en alguna ocasión decir a Jane Goodall[3] .
Las deflagraciones silenciosas liberaron gran cantidad de calor y luminosidad, durante un breve instante. Al poco rato y con las primeras luces del alba, el humo se disipó y los animales comenzaron a salir. Los primeros fueron los avestruces que, corriendo a grandes zancadas y en manada, lideraron el grupo inicial en el que estaban también alguna jirafa y algún elefante. Le sorprendió ver al leopardo, al león y a la hiena trabajando conjuntamente para salir de aquel lugar infecto y poco a poco y en libertad, los animales se fueron abriendo paso, dubitativamente algunos, pero con decisión después.
El caos civil no se hizo de esperar y todo el mundo vio lo que en realidad estaba pasando en la red gracias a los videos que varios youtubers iban colgando con elefantes embistiendo coches, rinocerontes al galope por la calle Colón o la imagen de un leopardo cazando a un ejecutivo. Se hizo viral el galope de unas jirafas en el jardín de Vivers y los videos en el parque natural del Saler a mas de 15 kilómetros de una familia de Gorilas nadando en el mar. Todo aquello sucedió, sucede y sucederá ahora mismo, en nuestra ciudad y mientras hablamos.
@amartiworld
[1] Grace Hopper (9 de diciembre de 1906-1 de enero de 1992) fue una oficial naval de EE. UU., y una de las primeras programadoras de ordenadores.
[2] https://clubdemalasmadres.com/examinando-metodo-estivill/
Maribel Gámez Cruz-Psicóloga colegiada nº M- 20812 Psicopedagoga
[3] Dame Jane Morris Goodall (Londres, 3 de abril de 1934, con el nombre de Valerie Jane Morris Goodall) es una primatóloga, etóloga, antropóloga y mensajera de la paz de la ONU inglesa. Se la considera la mayor experta en chimpancés, y es conocida por su estudio de cincuenta y cinco años de duración sobre las interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania. Es la fundadora del Instituto Jane Goodall y el programa Roots & Shoots (Raíces y Brotes). Ha hecho una gran labor en materia de conservación y bienestar animal. Dado que el chimpancé es el animal más parecido al hombre, sus hallazgos revolucionaron los conocimientos que se tenían del ser humano y su comportamiento.