JAVIER BERGANZA: El famosísimo director griego vuelve a estrenar otro largometraje pocos meses después de Pobres criaturas. En esta película casi copia el reparto, Emma Stone, Margaret Qualley y Wlliam Dafoe repiten, uniéndose a un magnífico Jesse Plemons que funciona como eje unificador de las historias. Porque Kind of kindness es una obra dividida en tres. Tres largos en uno. Un tríptico que Yorgos Lanthimos aúna para volver a generarnos esa incomodidad y malestar tan característicos suyos.
Primero, un hombre atrapado que trata de coger las riendas de su vida. Después, un policía que sospecha de su mujer, quién había desaparecido. Y por último, una mujer que tratar de encontrar a un mesías para su secta. Tres historias independientes pero con sonoridades parecidas. La cara oculta del ser humano escondida tras tres fábulas que nos hablan del desamor, la incompetencia y el querer ser apreciados por los demás.
Esta obra tiene más aroma a Lanthimos que la anterior. Con sus partes positivas y negativas para el espectador. Si la primera vez que se acercó al director griego fue con Pobres criaturas, existe la posibilidad de que esta película no sea de su agrado. Para los más fanáticos, decir que sigue lejos de sus inicios. Kind of kindness no tiene la fuerza de Canino ni la orfebrería de Langosta, pero si tuviéramos que comparara con alguna de estas dos, tiene reminiscencias más cercanas a esta última.
Todo apoyado en distopias con aromas hiper humanistas. Sitas en vecindarios normales, sin mayor excentricidad que la de sus propios protagonistas, que vagan de aquí para allá buscando un hueco dónde sentirse útiles. Apoyándose en la comedia para rebajar una incomodidad, por momentos, casi insoportable. Como de costumbre.
En cuanto a aspectos negativos, una banda sonora funcional pero demasiado evidente y repetitiva. Jugando con un piano que da notas discordantes buscando esa incomodidad que funciona al principio, pero que puede llegar a agotar tras casi tres horas. Las historias son potentes en cuanto a la premisa, algo que facilita su aceptación en su inicio, también ese juego de: “a ver qué papel hará ahora este personaje”. Pero, inevitablemente, puede jugar en contra, ya que pierde cierto ritmo y genera un caos que podría ser algo perjudicial.
Te quedas con poca información tras ver su obra. Se vive de una forma más sensitiva. Lo cual, en lo personal, considero muy positivo. Yorgos apuesta por lo suyo, por lo que sabe hacer. Muchas cosas positivas, alguna negativa, pero, ante todo, estilo. Aunque, quizá, también debería visitar a un psicólogo.