Cartelera Turia

(3)PARTHENOPE, DE PAOLO SORRENTINO.LA BELLEZA COMO ESPLENDOR Y CONDENA

PAU VERGARA: Paolo Sorrentino regresa con Parthenope, un retrato de Nápoles a través de la vida de una mujer cuya juventud y belleza dominan y moldean su existencia. Con una protagonista cuyo nombre evoca el antiguo de la ciudad italiana, esta película navega entre la celebración de lo visualmente sublime y una narrativa que, aunque fascinante en momentos, se pierde en su propio laberinto de excesos.

El filme sigue a Parthenope (interpretada con magnetismo por Celeste Dalla Porta) desde su nacimiento en 1950 hasta el presente, encapsulando décadas de autodescubrimiento, deseo, culpa y muerte. La protagonista es vista constantemente a través de los ojos de quienes la rodean: una figura tan admirada como aprisionada por su belleza y juventud, que son fuente tanto de fascinación como de su propio aislamiento.

En su primera media hora, Parthenope explora con precisión la obsesión humana por la juventud y cómo la protagonista es elevada y condenada por ella. La dirección de Sorrentino captura esta dualidad con planos de mágica hermosura, como si cada momento de la vida de Parthenope fuera una pintura renacentista. Sin embargo, a medida que la narrativa avanza, esta claridad inicial se difumina en una sucesión de episodios oníricos y fragmentados, que se sienten más caprichosos que coherentes.

Es innegable que la película es un despliegue de belleza visual. Los escenarios napolitanos, desde los veranos idílicos de Capri hasta los rincones más decadentes, son tan protagonistas como Parthenope misma. La cámara de Sorrentino convierte lo cotidiano en algo sublime, con una composición que ensalza cada detalle, cada rostro y cada rincón de Nápoles. Sin embargo, esta exuberancia estética se convierte en un arma de doble filo: en lugar de enriquecer la narrativa, a veces la sobrecarga, convirtiendo la experiencia en algo más visual que emocional.

Celeste Dalla Porta es el alma de la película, encarnando a Parthenope con una mezcla de vulnerabilidad y magnetismo que hipnotiza. Gary Oldman, en un papel breve pero esencial, y Stefania Sandrelli, que brilla en el último tramo, aportan un contrapunto interpretativo sólido. Sin embargo, los personajes secundarios carecen de la profundidad necesaria para equilibrar el peso de la protagonista, dejando vacíos emocionales que el metraje no logra llenar.

Belleza sin rumbo

Aunque Parthenope tiene momentos de una belleza deslumbrante, su narrativa carece de la consistencia necesaria para sostener su ambición. La película arranca con fuerza, explorando con ingenio los temas de juventud y belleza, pero se desvanece en su tramo final, con escenas que resultan más decorativas que significativas. La fascinación de Sorrentino por la estética y su tendencia al barroquismo convierten la película en un espectáculo que deslumbra, pero que no siempre conecta emocionalmente.

Parthenope es, al mismo tiempo, un ejercicio de estilo desbordante y un relato desigual. Sorrentino celebra la belleza como un arma de doble filo, capaz de elevar y destruir, pero su obsesión por lo visual termina relegando la profundidad narrativa. A pesar de ello, el magnetismo de Celeste Dalla Porta y la exuberancia visual hacen de esta película una experiencia que, aunque imperfecta, resulta imposible de ignorar.

 

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