Si no existieran las dos películas anteriores que transformaban el didáctico juego de ladrillos de plásticos en auténticos terremotos referenciales de la cultura popular de nuestros tiempos 2.0, La LEGO Ninjago película, sería un entretenimiento divertido y estimable. Pero con las referencias previas en mente, uno espera que ese doble nivel, entre el divertimento infantil y el metalenguaje corrosivo dirigido a los padres, que tan bien manejaron Philip Lord y Chris McKay, vuelva a estar presente en esta nueva incursión en el mundo hecho de piezas de plástico con © danés.
Por desgracia, no solo no sigue el ejemplo de sus destacables precedentes, sino que lo olvida y se dedica a hacer una especie de max-mix de los mejores momentos de la serie de animación del mismo título (una de las que mantiene la franquicia, junto a la que se desarrolla en el universo Star Wars), dejando de lado toda esa sana mala leche soterrada dirigida al adulto que conseguía que todo tipo de espectadores la disfrutase.
Los más pequeños se divertirán con los gags, pero la película no conseguirá atraer la atención de los mayores, ni aun haciendo uso –y esto tiene mérito- de un lindo y precioso gatito reconvertido en Godzilla. Tampoco todo es malo: los niños y niñas se lo pasan bien y los sacrificados progenitores se pueden echar una cabezadita sin demasiados remordimientos.