Cartelera Turia

CRÍTICA ÓPERA “EL HOLANDÉS ERRANTE”, de Richard. Wagner.- Palau de les Arts.Faltó el mar

ENRIQUE HERRERAS: Faltó el mar en esta versión escénica de Willy Decker. Faltó el mar en esa grandiosa habitación con una puerta gigante que remarca la escenografía de Wolfgang Gussmann y una afectiva, psicológica y espectacular iluminación de Hans Tölstede.  Faltó el mar, aunque este se perdía como un cuadro en el fondo, y cuando la puerta se abría. Pero sabía a poco, se olía poco. Y esta leyenda precisa de mar real para que brille esta fantasía que labró un joven Wagner en el que ya presupone su genial a partir de lo que denominó “teatro total”.  Aquí, todavía sin la totalidad de la madurez, pero ya la obra marcada por una escritura orquestal excepcional. Wagner logra crear una atmósfera asfixiante y profunda, especialmente en las escenas marítimas. Pero, aunque la dirección buscó el aspecto psicológico, no vimos el mar ni el buque varado. Algún logro dramático, sobre todo al final, aunque no si el protagonismo era la música o el teatro.

Eso sí, la gigantesca puerta servía de separación entre la fantasía y la realidad, pero hubiera preferido que la realidad invadiera la fantasía, pero para ello hacía falta el mar y sus majestuosos oleajes. Eso, sí, la actuación percibió y expresó bien el amor redentor, el sacrificio y la búsqueda de la eternidad. Nicholas Brownlee (Holandés) alumbró una voz rubricada, con resonancia, expresividad e inequívoca en el aspecto interpretativo. Por su parte, Elisabet Strid (Senta) vibró con una voz lírica agraciada, pero faltó más matices interpretativos, faltando cierta tensión en los dúos con el holandés y Erik. Correcto, no más, fue el timbre de tenor lírico Stanislas de Barbeyrac (Erik), así como Franz- Josef Seligbuen (Daland). Magníficos tanto la orquesta como los dos coros, y una notable dirección orquestal de James Gaffigan: alcanza su cenit en un final muy potente, con una rabiosa exposición de percusión y metales de alta radicación, desgarrados y super-románticos. Un pena que no viésemos el “buque fantasma”.

CRÍTICA ÓPERA “EL HOLANDÉS ERRANTE”, de Richard. Wagner.- Palau de les Arts.Faltó el mar

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