Cartelera Turia

Diario de un cortometraje

Este fin de semana rodaré un corto. Estoy nervioso. Llevo varios días durmiendo mal, y cuando puedo descansar, me despierta el ruido de unas obras en la calle. Parece que todo está en contra. Espero que terminen pronto, y no me molesten durante el rodaje. Necesito café, y pensar. Y quedar con mi director de fotografía. Los planos tienen que estar claros. No puedo perder el tiempo buscando los encuadres en el set. He quedado con él muchas veces. Creo que ya debe odiarme. Se sabe los planos de memoria, o eso creo. Yo me los sé. No paro de repetirlos mentalmente. Una, y otra, y otra vez. Primero en el balcón, después en el cuarto. Por la noche, en el comedor. Eso será el primer día, después vendrá el segundo y el tercero.

Estoy nervioso. Necesito rodar ya. Quedaré con la actriz para ensayar. Ya he quedado muchas veces con ella, se sabe el texto y las intenciones. Conoce a su personaje. Sabe qué le mueve por dentro, sabe lo que le ocurre en la cabeza, cómo piensa. Los actores son increíbles. Crean vida. Son padres y madres de personas que existen solo durante un rato. Maternidad a tiempo parcial. Un milagro único.

Jueves 17:Joder. Mañana llueve. Dos meses sin llover en Valencia y tiene que ser justo mañana. Quiero que todo mi corto sea con luz natural. Quiero no, lo necesito. Y esta maldita lluvia afectará a la iluminación. ¿Hay algún tipo de danza tribal para la sequía? Buscaré en Internet.

Últimamente me ducho varias veces al día. Duchas breves, eso sí. Duchas para quitar el nerviosismo. Para hacer algo. En ellas me imagino el rodaje y que todo va mal. Que los actores se miran entre sí, frunciendo el ceño. Preguntándose qué hacen ahí. Me imagino al equipo en silencio, esperando indicaciones que no llegan. Tengo dudas, pese a que lo tengo todo claro. Quiero ver pelis, pero no me concentro. Ojalá volver a fumar, me daría un aire más melancólico. De artista frustrado, comido por sus miedos. Pero ni soy artista, ni fumo. Ya no.

Viernes 18:Me he despertado pronto. Ha llovido, pero tampoco importa. La lluvia puede darle un toque más dramático. Aunque quizá demasiado. No estoy nervioso. De hecho, estoy sorprendido de no estar nervioso. Ayer ensayé y fue todo bien, quizá sea por eso. Tengo ganas de empezar.

Ha terminado la primera jornada de rodaje. Estoy muerto, pero contento. Está saliendo como quería, el tiempo dirá si me equivoqué. Estoy feliz por varias cosas. Primero, noto como cada vez soy capaz de aguantar más y más la respiración en ese océano que es dirigir. Al principio me veía perdido, chapoteando, sin saber bien qué decir o cómo explicarme. Es difícil; ponerte delante de un monitor y decirle a alguien cómo transitan sus sensaciones. Más que difícil es raro. Y más aún que raro, es maravilloso. Segundo, mañana vuelvo a rodar. Tengo ganas de irme dormir, pero más aún de levantarme.

Sábado 20:Esto es como ir a un festival. Después del primer día tengo una especie de resaca atronadora. Exhumo cansancio y dolor de cabeza, pero las ganas del siguiente concierto pueden con todo. Voy a por otra ducha de las que quitan nervios. Preparado para estar a las 17:00 en el escenario 2, a ver qué tal suena.

Sonó a zumbido. A zumbido de mosca. Uno nunca piensa en las moscas. Hemos tenido que cambiar toda la localización de una secuencia, ya que el sitio original estaba plagado de ellas. Los actores no podían interpretar sin que varias se les posaran en la cara. ¿Quién me iba a decir que algo tan pequeño e insignificante iba a generarme tanto estrés? Parar un rodaje por las moscas. Alguien del equipo buscó en Google: “¿A qué hora se duermen las moscas?”. “Suena a título de novela”, dijo otro. Quizá algún día lo use. De todo se aprende.

Domingo 20:Último día de rodaje. Me he levantado pronto para preparar todo. Tendré que repetir una secuencia de ayer, lo cual me quita mucho tiempo. Veremos cómo sale. Ten confianza ciega en el elenco. Más que en nadie. Más que en mi. Son ellos los que tiran.

Se acabó. Final feliz. Todo se ha rodado a tiempo. Estoy destrozado pero aún tengo que pasar los archivos al disco duro. Qué suerte la mía. Es cierto que estoy cansado física y mentalmente, pero puedo empezar a llamar “trabajo” a algo que me apasiona y me rellena la energía de cada día. A lo largo de estos tres días de rodaje he aprendido muchas cosas. He aprendido a dirigir y a comprender a los actores. He aprendido a llevar a un equipo. He aprendido a cerrar un proyecto que hace una semana me parecía demasiado grande. Y he aprendido a respetar a las moscas. Juro no volver a olvidarme de ellas.

Diario de un cortometraje

Adiós, Goran

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