COCOLISO: A UN MES de la devastadora DANA, la cultura valenciana sigue en estado de emergencia, no solo por los estragos del agua sino también por la sequía de respuestas. Las asociaciones culturales alzan la voz frente a la indiferencia de la Consellería de Cultura que, como un mal arquitecto, parece incapaz de trazar los planos de una reconstrucción urgente. Sin medidas concretas ni un plan de acción, el sector se encuentra atrapado entre la devastación y el olvido.
LAS PÁGINAS de la cultura escrita se empapan en lágrimas y barro. Más de 30 editoriales valencianas han registrado pérdidas millonarias, pero lo que más duele no son los números, sino la sensación de abandono. Sin ayudas que sostengan sus estructuras, las editoriales enfrentan no solo la amenaza de desaparición sino el silencio de aquellos que deberían alzar la voz por ellas. Las ferias, los festivales y los programas de lectura se tambalean, huérfanos de un plan que les devuelva la vida.
EL DESPACHO de José Antonio Rovira, conseller de Cultura, parece un eco vacío, como si el hombre que debería liderar la recuperación no se atreviera a cruzar las puertas de la responsabilidad. Su ausencia en las reuniones cruciales no solo es un gesto de desdén, sino un reflejo de una administración que prioriza el silencio frente a la acción. Mientras tanto, el sector cultural se siente como un náufrago que grita en una orilla desierta.
EL TIEMPO no espera, y las grietas en el sector cultural se convierten en abismos. Sin las ayudas necesarias, eventos icónicos, como la Fira del Llibre o Vociferio, quedan en el limbo y con ellos los cientos de empleos y proyectos que sostienen una red cultural vibrante. El precio del abandono no es solo económico; es el precio de perder nuestra memoria, nuestra identidad y nuestra voz.
LA GENERALITAT ha cifrado en 153 millones de euros las necesidades para la recuperación del sector cultural, pero toda esperanza está depositada en el gobierno central y en los fondos europeos. No hay un plan autonómico que guíe la reconstrucción. La cultura, ese corazón que bombea creatividad y vida, depende de una ayuda externa que tarda en llegar, mientras la administración autonómica se limita a mirar desde la barrera.
LAS ASOCIACIONES culturales no han permanecido inmóviles. Han ofrecido su colaboración, han planteado soluciones, han pedido reuniones y han emitido comunicados. Pero el eco de sus palabras se pierde en los pasillos de una administración que parece sorda al clamor de quienes construyen día a día la riqueza cultural de la Comunitat Valenciana. Señor Rovira, dé la cara y tome decisiones!
EL SECTOR editorial describe este como “el peor año de su historia”. Los daños materiales son inmensos, pero lo más alarmante es la falta de ayudas para actividades esenciales. Sin apoyo institucional se tambalean las estructuras que fomentan la lectura y las ferias que conectan a autores y lectores. La incertidumbre amenaza con transformar este año en una cicatriz imborrable para la literatura valenciana.
CUANDO LA CULTURA se tambalea, toda la sociedad pierde. La falta de respuesta no solo afecta a los creadores, sino también al público, a las comunidades que dependen de los eventos culturales para construir tejido social. La cultura no es un lujo; es un pilar fundamental, y dejarla caer es un lujo que no podemos permitirnos.
LAS FERIAS DEL LIBRO, los festivales literarios y los programas de lectura están en peligro. Cada uno de estos eventos es más que una cita en el calendario; son espacios de encuentro, de aprendizaje y de comunidad. Su desaparición no sería solo una pérdida cultural, sino un golpe irreparable para el tejido social y educativo.
NO SE TRATA solo de dinero, sino de visión y compromiso. Las asociaciones culturales exigen un plan estratégico que no solo aborde las consecuencias inmediatas de la DANA, sino que también siente las bases para un futuro más sólido. Sin ese plan el sector seguirá navegando en aguas inciertas.
LA CULTURA no es solo entretenimiento; es educación, cohesión y transformación social. Su abandono no es un problema sectorial, es un problema de todos. La administración debe entender que la recuperación de la cultura es también la recuperación de una sociedad más justa y rica.
LA INDIFERENCIA de la administración autonómica no solo frena la recuperación, sino que envía un mensaje devastador a quienes dedican sus vidas a la cultura. Ese mensaje dice que sus esfuerzos no importan, que su labor no es prioritaria. Y eso, en una sociedad que se precie, es inaceptable.
VIEJOS FUEGOS arden aún en las cenizas de la DANA, pero la cultura puede ser el nuevo incendio que revitalice la Comunitat Valenciana. Las asociaciones culturales han hablado; ahora es el turno de la administración. La pregunta es si escucharán o si el silencio seguirá siendo su única respuesta.
ESTE sábado la ciudadanía está llamada a otra jornada de protesta para pedir la dimisión de Carlos Mazón. Los ánimos siguen crispados y el termómetro de la indignación social está a punto de estallar. Veremos si Mazón llega a comerse las uvas.
Publicado en papel el viernes 29 de octubre de 2024.