XIMO CÁDIZ: La escena de la música electrónica de València vive entre la referencia obligada al pasado de «La ruta» y todo lo que supuso como movida cultural y un presente más que interesante. Este 28 de diciembre (¡y no es una inocentada!) y solo por un día se recupera una sesión de LeClub con algunos de sus DJs en una noche que será, con toda seguridad muy especial (entre otros a H4L 9000, Nacho Marcoo Dynamo). Eso sí, nos faltarán Dioni Sánchezo Fran Campos. Como anuncia su promotor-mesías, Jesús Ortega, se producirá «el milagro» con la promesa de que será «el último y a casa». LeClub, además de muchas otras cualidades, sirvió para dar continuidad a la música electrónica en nuestra ciudad (con una calidad insuperable, creando comunidad) y superar la demonización que sufrió en los 90. Pero esto es ya pasado. Ahora mismo salas/sesiones como los viernes del Gordo (y sus incursiones en la mítica Spook), Oven, Fayer, Killing Time, La Carbonera, Umbral, Night Train (en la mismísima Estació del Nord)… están ofreciendo una programación muy razonable en la que te encuentras a los ya citados Dani Dynamoy Fran Campos, con su potencia y elegancia habituales, a Daniel Kyo (que acaba de publicar -con su alter ego Core- Morning Ritual 3 para el sello Subsist), Jaime Romero (Estrato Aurora) que se marca unos directos que activan hasta las neuronas más dormidas, la gente joven de Cero en conductaque lleva ya un tiempo derrochando atrevimiento y energías con sus sesiones, el arrollador Edu Imbernon o el colectivo de DJs que ejercen bajo el paraguas de The Bassement. Y también recibimos visitas que nos hacen temblar de emoción con su buen hacer: con motivo del festival Volumens pasaron por València las DJs Lokier y Alienata; hace pocas semanas fueron el productor Alfonso Pomera(F-on) y el holandés Vand; a principios de diciembre estuvieron JamieJones y Marcel Dettmann en Metro Dance Club (Bigastro) y en enero será Vulker, el ideológo de las Minitel de Madrid quien se traerá sus artes de baile a nuestra ciudad. A pesar de que en València hay pocas salas bien acondicionadas, de los limitadores que reprimen los decibelios, de los prejuicios y tópicos que siempre han acompañado este género musical (en el que conviven propuestas exquisitas con otras absolutamente garrulas) y de un público que no siempre responde adecuadamente a los estímulos (no está de más hacer autocrítica) creo que es hora de, parafraseando al que fuera dirigente del Partido Popular, Ricardo Costa; recuperar aquella frase -en plena crisis política por la corrupción de la trama Gürtel- de que en València, «la fiesta no se acaba nunca».