DOLORS LÓPEZ: Un rostro humano, una persona especial, dejará de caminar hoy por nuestras calles. Otra lo hizo ayer. Otra lo hará mañana.
Nunca volveremos a enviarle un wasapp para felicitarle las Navidades. Ni le añadiremos al listado del “amigo invisible”. Durante meses nos preguntaremos qué pasó y por qué pasó, en público.
En privado recordaremos la última vez que le vimos. Recordaremos esa nube gris que cubría sus ojos. Recordaremos cuando nos llamó y no teníamos tiempo, o sí tuvimos tiempo y no supimos de qué llenarlo.
En privado afrontaremos la angustiosa tarea de borrar su número del teléfono. Y un escalofrío nos recorrerá el cuerpo al ver en el Facebook el anuncio de un cumpleaños que no cumplirá.
En privado sentiremos el vacío de una despedida que nunca ocurrió, y querremos pronunciar palabras que se secarán en nuestros labios para siempre.
Luego, nada. Luego, la nada.
Su terrible ausencia se hará presente en cada momento en el que no está.
Esta silenciosa sangría se nos lleva cada día 10 personas en España. Una de ellas es de nuestra Comunidad.
Se llama suicidio. Se llama tabú. Se llama tragedia.
Hay que decirlo, hay que nombrarlo por su nombre para tomar conciencia de su existencia ,oculta desde el inicio de los tiempos en todos los países, en todas las culturas y religiones . Oculta tras el tabú que lo enquista y acrecienta. Solo si hablamos de él de forma adecuada podremos comenzar a prevenirlo.
El primer paso para prevenirlo es hacer visible esta terrible tragedia. Porque se puede parar, se puede prevenir en la mayoría de los casos.
Seguiremos por disolver los mitos que falsean la realidad y cronifican el tabú : “El que lo dice, no lo hace” “La mayoría de los suicidios ocurren repentinamente” “Hablar del suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo”…..Falsos mitos que solo sirven para mirar hacia otro lado. Ocultarlo en los medios de comunicación no ha hecho que disminuyera el número de muertes, bien al contrario, ha aumentado.
La persona que se suicida no quiere morir, lo que quiere, es dejar de sufrir.
Hay que atender a las señales que nos indican su sufrimiento, escuchar su dolor, percibir sus cambios de conducta…
Y hay que tejer redes con nuestras personas cotidianas , con las que estamos vinculados, con todas. Para que cada uno se sienta parte de algo a lo que pertenece. Para que cada uno encuentre su lugar. Para que cuando a alguien le fallen las fuerzas, le sujeten los demás. Porque cada persona que se suicida es uno de los nuestros.
Porque cuando alguien se marcha deja una sima que horada nuestra red…porque nadie puede sustituir al que se ha ido.
Porque si nos faltas tú, ya nunca seremos lo que fuimos. Ya nunca seremos todos.