Cartelera Turia

PANTALLA EN BLANCO: EL TAMAÑO IMPORTA

GERARDO LEÓN: Cuando era pequeño, recuerdo ver en la pared del salón de la casa de unos amigos una reproducción del Guernica. Vi esa imagen muchas veces a lo largo de los años y, luego, en otros muchos libros o manuales. Si me preguntaban por la obra de Picasso, podía decir, creyendo no equivocarme, que la conocía. Pero, ¿era realmente así? No sería hasta algunos años después que, delante del Guernica original, comprendí que yo nunca había visto ese cuadro. Solo había visto una reproducción. Y es que, en pintura, el tamaño sí que importa.

El pasado mes de octubre, el realizador valenciano Paco Plaza (“Rec”, “Verónica”, “Quién a hierro mata”) visitaba el Centro del Carme de Cultura Contemporánia para un encuentro con estudiantes, profesionales y público general con motivo de una nueva entrega del programa “Claves para el cine”, organizado por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. El lema genérico de la charla fue “Las armas del cineasta” y, entre los muchos temas que se trataron, Plaza puso sobre la mesa el caso del Guernica para llamar la atención sobre un hecho, por obvio, olvidado: en cine, el tamaño también importa.

Como en cualquier otra forma de expresión, el soporte en el cine no sé si es el mensaje, como decía McLuhan, pero sí hace a la obra. No es lo mismo ver una película en una sala de cine que en el salón de tu casa, en una tablet o en un teléfono móvil. Como señaló Plaza durante el encuentro, la disposición y relación del espectador ante la película hace, aunque no lo parezca, la historia que estamos viendo. No crea las mismas sensaciones una imagen proyectada en una pantalla de seis o diez metros de ancho que en una de pocos centímetros, y en el cine, las sensaciones también “dicen cosas”, cuentan. Despreciarlo sería dejar al cine reducido al mero argumento, arrebatándole gran parte de sus posibilidades como forma de expresión.

Para un creador, no es lo mismo “pensar” una imagen para proyectarla en una amplia sala oscura en la que el público está aislado de su contexto, que en una televisión donde su atención se verá invadida visualmente por el mismo. La composición de cada imagen o cuadro, el trabajo con la luz, los objetos que caben en cada imagen, ayudarán a provocar impresiones que no siempre se apreciarán en un formato más reducido.

Pero el tamaño no es el único elemento relevante. Como apuntó Plaza en el encuentro, el sonido es otro de los aspectos de una película que hay que aprender a valorar (y, añado yo, uno de los más ignorados cuando se habla de cine). Y aquí apeló no solo al trabajo de sonorización de las escenas de una película, sino al sonido como pieza constitutiva de los relatos. En el cine de terror, por ejemplo, es necesario entender el silencio como una de esas herramientas fundamentales del cineasta. Silencio imposible de apreciar en otros soportes o plataformas. No escuchamos lo mismo en una sala de cine que en el monitor de nuestras casas lo que hace que, de nuevo, las impresiones sean distintas, como en la analogía que hacíamos entre un cuadro original y una (por muy buena que sea) reproducción.

Desde distintas estancias, se apela con frecuencia a la necesidad de incluir la educación audiovisual como parte de la formación académica básica del ciudadano moderno. Estamos rodeados de imágenes y, por lo tanto, hay que aprender a “leerlas” como leemos un texto de un libro o revista, desgranando su sentido o mensaje a fin de comprender mejor el mundo en el que vivimos. Pero antes incluso que aprender a analizar sus sintagmas y su gramática, es necesario entender, eso, que el cine “es” su pantalla. O lo es, en tanto en cuanto en qué pantalla lo estamos reproduciendo.

Para hacer que la gente vuelva al cine hay que hacerle comprender al espectador contemporáneo que reivindicar la sala no es un capricho de viejos románticos trasnochados. Es el espacio único y privilegiado de una película. Luego, sí, existen otros medios para suplir esa imposibilidad material que todos tenemos de verlo todo cuando se estrena (para eso también están, por cierto, las filmotecas). Pero no “ES” lo mismo.

PANTALLA EN BLANCO: EL TAMAÑO IMPORTA

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