Cartelera Turia

PANTALLA EN BLANCO: VOLVER AL CINE

GERARDO LEÓN: En cuanto se conoció el contenido de la programación de la última edición del festival de Cannes, algunos comentaristas se apresuraron a destacar el esfuerzo hecho por el certamen para llevar a su sección estrella los últimos trabajos de algunos de los grandes nombres consagrados del cine internacional. La razón podría ser doble. Por un lado, se trataría, claro, de presentar un cartel lo más atractivo posible. Por otro, había que poner un pie en pared frente a un Festival de Venecia que le estaba comiendo la tostada en sus últimas citas. El griego Yorgos Lanthimos, por ejemplo, regresaba así a la costa gala tras el éxito de Pobres criaturas, ganadora del León de oro italiano del año anterior.

El caso despierta el debate sobre el papel que juegan los grandes festivales dentro de la industria audiovisual. Resumiendo: acoger nombres reconocidos garantiza la atención mediática y del público (y en Cannes 2024 no faltaron los ganchos: Coppola, Schrader, Cronenberg, el mismo Lanthimos, Sorrentino, Jia Zhang-ke o, incluso, Sean Baker, que ganaría la Palma de Oro), si bien cierra las puertas a obras de otros autores por descubrir o “menores”, pero quizá más sugerentes y valiosos, que agiten esa complacencia de la que a veces se acusa al sector.

Vaya por delante que, a tenor de las críticas que han recibido hasta la fecha las obras presentadas por esos grandes apellidos que visitaron Cannes, el resultado quizá no fue del todo satisfactorio (veremos qué dice la taquilla), pero eso no quiere decir que la estrategia estuviera totalmente equivocada.

En esto del cine ocurre como en cualquier otro aspecto de la vida: el hecho de que, con frecuencia, aquellos que reciben mayor atención sean o parezcan siempre los mismos, dispara los recelos de los agraviados o de quienes se sienten en posesión de ese ojo verdaderamente crítico que todo lo evalúa con justa ecuanimidad y que apuntarán todos sus dardos contra un orden que impone sus criterios de manera abusiva. Ya se sabe: las cosas del poder. Pero, ¿es esto necesariamente así?

Primero habría que apuntar que discernir una buena de una mala película no es tarea tan fácil. Lo que sí es fácil es defender aquello que uno dice que le gusta y aquí, para lo que interesa al objeto de este artículo, se entrometen muchas veces todo tipo de prejuicios dirigidos por ciertas tendencias estéticas, sociológicas, políticas o por el vicio de la mera repetición.

Digo esto porque, al contrario de lo que se pueda suponer, tengo la impresión de que, gracias al impulso de ciertos festivales o corrientes dentro de la crítica, en los últimos tiempos y en lo que se refiere a ese cine considerado con firma, la cartelera de estrenos se ha atiborrado de muchos de esos títulos “pequeños”. El resultado no es muy alentador. Una de las razones, además de la indiferencia habitual de un público de por sí acomodado, es la cuestionable solidez de estas películas.

Trabajos como El cielo rojo de Christian Petzold, How to have sex de Molly Manning Walker, Mamífera de Liliana Torres, Sangre en los labios de Rose Glass, Creatura de Elena Martín, Totem de Lila Avilés, Nina de Andrea Jaurrieta, Holy spider de Ali Abbasi, El caftan azul de Maryam Touzani, O corno de Jaione Camborda, o propuestas con algunas notas de interés, pero con claras debilidades como Samsara de Lois Patiño o Eureka de Lisandro Alonso pasaron por taquilla sin provocar un gran tumulto. ¿A dónde nos lleva esto?

Uno de los debates más encendidos de los últimos años se centra en cómo recuperar para las salas a un público que parece haber desertado. Son muchas las razones que inciden en este hecho, pero entre ellas quisiera destacar la falta de propuestas con verdadera pegada a lo largo del año. No sé si hay relevo generacional para un espectador, otrora también minoritario, pero sólido, afecto a un cine de autor. Lo que sí se puede decir es que la tarea se vuelve todavía más ardua si no se superan ciertas dinámicas y se demanda a la industria, crítica y jurados un cine más robusto del que, en general, se está ofreciendo. Conviene, como poco, lanzar una reflexión.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *