PAU VERGARA: “Emmanuelle 2024” llega con grandes pretensiones de replantear el mito erótico desde una perspectiva moderna y femenina, pero se encuentra con obstáculos que no logra superar. La película se construye como un ejercicio estético que intenta desarmar la fantasía original de los 70, pero acaba sintiéndose pesada, vacía y, lo que es más problemático, carente de la sensualidad que prometía.
El filme parece atrapado en su propia pomposidad, más interesado en construir una atmósfera que en desarrollar una narrativa erótica auténtica. La mirada de la directora busca despojar a la historia de sus elementos más explícitos para dotarla de una profundidad que no termina de cuajar. Los diálogos, excesivamente elaborados, parecen querer decir mucho más de lo que logran comunicar, y las escenas que deberían transmitir deseo se quedan en meros ejercicios visuales, incapaces de despertar una auténtica conexión.
La película propone una premisa interesante: explorar el deseo femenino desde una perspectiva contemporánea, alejada del voyeurismo de la original. Sin embargo, esta idea se ve lastrada por una ejecución que no logra crear momentos de auténtica tensión erótica. Las escenas que deberían capturar el fuego de la pasión se sienten frías y calculadas, y el resultado es una cinta que no consigue generar el impacto emocional ni visual que hizo famosa a la saga original.
Por otro lado, el exceso de lujo y estilización en la película acaba vaciando de contenido las relaciones entre los personajes. Todo parece brillar en pantalla, pero esa belleza no logra llenar el vacío narrativo. El erotismo, que debería ser el núcleo de la historia, queda relegado a un segundo plano, diluido entre decorados impecables y diálogos que suenan más a pretensión que a sensualidad. La película se siente desconectada de la realidad de los cuerpos y del deseo, más preocupada por ser estéticamente perfecta que por ser visceralmente honesta.
A pesar de estos problemas, la película presenta algunos momentos interesantes desde un punto de vista formal, explorando el deseo de la protagonista con un enfoque casi onírico. Sin embargo, esta aproximación no es suficiente para salvar el conjunto, que acaba por perderse en su propia grandilocuencia. En lugar de ser una exploración valiente del erotismo femenino en la actualidad, “Emmanuelle 2024” se convierte en un ejercicio estético que se queda a medio camino, dejando la sensación de que la película nunca llega a encenderse del todo.
En última instancia, la película fracasa en lo que debería ser su principal objetivo: despertar el deseo y ofrecer una exploración auténtica del poder sexual desde la perspectiva de la mujer. Aunque visualmente atractiva, no logra imprimir en el espectador una verdadera huella erótica o emocional. Lo que podría haber sido una actualización provocadora y estimulante de un clásico, se convierte en una oportunidad perdida, atrapada en su propia pretensión.