CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: Quizá sea una cuestión de expectativas, que cuando están bajo mínimos solo pueden deparar sorpresas en positivo, pero lo de los veteranísimos The Stranglers en su primera visita a València desde hace al menos tres décadas (no se prodigan mucho por aquí por falta de interés de nuestros promotores, según me dijeron en una reciente entrevista) se saldó con un estupendo sabor de boca. Están a punto de cumplir 50 años ininterrumpidos como banda (algo más que inusual), sobreponiéndose a toda clase de bajas (la ya muy lejana del vocalista Hugh Cornwell en 1990, o la del teclista Dave Greenfield hace solo tres años, fallecido por covid en 2020, muy bien suplido ahora por el ex Rialto Toby Hounsham) y con su único componente original, el bajista Jean Jacques Burnel, sobrepasando ya los 71 años, aunque no lo parezca. Nadie lo diría.
El cuarteto británico sintonizó en su momento con el punk más por coyuntura y actitud que por sonido: el peso de los teclados, que en cierto modo les emparentaba con Madness o Squeeze –aunque en una primera escucha no tengan nada que ver– siempre fue seña distintiva, y la versión que se marcaron en Repvblicca del “Walk On By” del recientemente fallecido Burt Bacharach, alargándola como si la combinasen con el solo de Ray Manzarek en el “Light My Fire” de The Doors, fue una prueba más de que siempre fueron un punto y aparte dentro de su generación.
Con la sala casi hasta los topes y abundante presencia de británicos más que talluditos, de los que ya no cumplirán los cincuenta, The Stranglers desgranaron ineludibles clásicos como “Golden Brown”, “Always The Sun” o “No More Heroes” y algunos rescates notables de su digno último álbum, Dark Matters (2021), como “Water” o la espléndida “The Last Men On The Moon”, en un generoso y sólido concierto de una hora y media, sin más concesiones de las necesarias, con Jean Jacques Burnel (71 años, repito) y Baz Warne (58) a las voces, bajo y guitarra, respectivamente, formando una línea del frente en espléndida forma. Todo el mundo salió más que satisfecho.
FOTOS: MARÍA CARBONELL