Cartelera Turia

CRÍTICA DE THE PSYCHEDELIC FURS – MYA MAGNETISMO INMARCHITABLE

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: Las premisas no parecían las mejores, y sin embargo dieron el mejor concierto que se les recuerda a los británicos por aquí en décadas. Cinco años habían pasado desde su anterior visita, a la sala Repvblicca, aún en un mundo pre pandemia. No contaban con su saxofonista, Mars Williams, fallecido el año pasado. Y además hubo un cambio de sala casi a última hora: de una Moon aún en reformas a Mya, que no deja de ser una discoteca en la que de vez en cuando se celebra algún concierto, y no una sala de conciertos en la que de vez en cuando se celebran sesiones de discoteca. El matiz es importante. Sin embargo, todo el mundo salió satisfecho. Se cumplió lo que nos contaban quienes los habían visto unas horas antes en Sevilla y lo confirmaron luego quienes los vieron a su paso por Barcelona y Bilbao.

A sus 68 años, Richard Butler mantiene intacto su magnetismo, y eso ya es más de medio concierto ganado. Su estupenda voz, su innegociable carisma, su forma de moverse sobre el escenario son aún los de un frontman de los pies a la cabeza. De la escuela post punk en su inclinación más arty, deudora de Bowie y de Roxy Music, para entendernos. Y me da que esa es una de las razones para que sus canciones hayan envejecido tan bien y sus servicios como compositor aún concurran en canciones tan excelentes como “Ghosts Again”, publicada el año pasado por Depeche Mode. O para que sus bolos sean de lo más aprovechable de entre los que ceban su público – en gran medida, pero no solo, obviamente – con la inefable legión remembera local, tan propensa a la exaltación del refrito y la nostalgia acrítica. Algunos de ellos suelen tener mal beber, por cierto. Algo lógico y hasta comprensible, dada la falta de entrenamiento.

La solvencia de la banda que acompaña a Butler terminó de redondear un concierto sólido que fue de menos a más, pese a la más que dudosa sonoridad del recinto: dos guitarristas como el recién incorporado Richard Fortus (de Guns N’ Roses, también al contrabajo eléctrico) y el habitual Rich Good, complementándose casi a la perfección, junto al bajista Tim Butler, el batería Zachary Alford y la teclista Amanda Kramer. ¿Algo podía salir mal? Que el temario hubiera admitido tachones, y no lo hizo. Ni por lo que respecta a los hits, al puñado de estribillos adherentes con los que se les asociará siempre (“Pretty In Pink”, “Heaven”, “Heartbreak Beat”, “Love My Way”) ni a esos cortes algo más atmosféricos y densos (“President Gas”, “Only You and I”, “All lof the Law”, “No Easy Street”) que son los que terminan por dar empaque, consistencia y variedad a un buen concierto.

 

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