JAVIER BERGANZA: A veces me pasa, lo reconozco, que prejuzgo cosas. Veo a un tipo haciendo mucho ruido con su moto y pienso: “Mira, un imbécil.“. Y quizá es una persona maravillosa. O cuando estoy en el supermercado, y alguien cruza su carro en el pasillo no dejándome pasar porque está eligiendo entre dos vinos y pienso: “Ojalá te los bebas solo porque nadie te quiere.”. Y oye, quizá sí le quiere alguien. Con Tú no eres yo me pasó algo similar. Vi el cartel y dije: “Buff, otra peli de miedo cutre.“. Y resulta que no oye, que no va de eso. Que la peli está muy bien. Asi que quizá el de la moto tenía prisa, y el del vino quería hacer un regalo para su hijo recién doctorado.
Aitana vuelve (a casa, vuelve) por Navidad. Quiere darle una sorpresa a sus padres y que conozcan por fin a su novia y a su hijo adoptado. Lo que se imagina como un mar de lágrimas y abrazos se convierte en una fría bienvenida. El único que parece alegrarse de verla es su hermano, un increíble Jorge Motos que vuelve a demostrar que es uno de los actores del momento y que se va a comer todo lo que tiene por delante. La llegada pasa de fría a desalentadora y, después, a incómoda. Aitana se cruza con Nadia, una joven que ahora vive en casa de sus padres, según ellos, para echarles una mano con las tareas del hogar. Y es que Nadia, como si de un mail de gana un Iphone 16 se tratara, parece haberle robado la identidad.
Aquí todo el mundo oculta información, y Aitana comienza a desesperarse. Su plan de celebrar la Nochebuena con su familia se tambalea pero decide aguantar por su pareja y encontrar una explicación al día siguiente. Esa cena familiar termina por tener invitados y todo se transforma en una especie de akelarre bastante loco pero, al mismo tiempo, divertido. La pelicula juega muy bien con la tensión y con las dosis de información. Como espectador sabes que eso huele a muerto, pero no sabes dónde está el cadaver.
Roser Tapias (Aitana) sustenta toda la obra con mucho carisma. Un personaje fuerte, con energía, que no se deja amedrentar por la situación. Que trata de encontrar las salidas y afrontar los problemas sin perder su camino interpretativo. Un muy buen trabajo en una situación que invita a la sobreactuación y en la que Roser evita caer con muy buen tino.
Asi que, de genéro de terror va a encontrar poco. Algún elemento sí hay, pero la película es un thriller como la copa de un pino. Un thriller con drama familiar como pie de apoyo y con crítica social de fondo. Una especie de coctel que sorprende porque funciona muy bien, como cuando le pones manzana al arroz. Una película con un guión bien armado que guardas sus cartas hasta el último acto y que sabe mantenerte en vilo hasta entonces. Con una interpretación monumental de Jorge Motos que merece el visionado. En definitiva, una buena película que, incluso, podríamos etiquetar de navideña y que recordará algunas cenas familiares que se acercan. Aunque la fiesta, espero, será distinta.