XIMO CÁDIZ: Una de la semifinales de la reciente Eurocopa fue disputada por las selecciones de España (merecida campeona) y Francia, lideradas por Lamine Yamal, Nico Williams y Kylian Mbappé o Ousmane Dembélé, respectivamente. El “deporte rey” ha sido históricamente el refugio de grupos de aficionados exaltados y violentos, con tintes racistas, machistas, homófobos y tantas otras “cualidades” que conectan bastante bien con la ideología de la extrema derecha. Son una minoría ruidosa que, desde 2007, con la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, ya no tienen impunidad. El contrapunto a esta gente lo puso en 1992 el holandés Guus Hiddink, por entonces entrenador del Valencia, que hizo retirar una pancarta nazi al inicio de un partido en Mestalla. Pero, más allá de esas peñas fanáticas, el racismo y la xenofobia han avanzado en el conjunto de la sociedad legitimados por los mensajes de la ultraderecha y también en sectores de aficionados que (¡oh sorpresa!) coinciden con el perfil muchos votantes de Abascal o Le Pen (o de Feijóo).
No puedo evitar sonreír y celebrar el cortocircuito mental de estos hinchas racistas del fútbol cuando reniegan de su equipo porque “hay muchos jugadores negros” (eso me decía un familiar francés, votante de Le Pen, que también afirmaba que hay más mezquitas que iglesias católicas en el país galo) o viendo la reacción en las redes sociales de algunos energúmenos forofos de España contra Yamal o Williams.
Todo esto acontece cuando el Gobierno intenta pactar con las comunidades autónomas un sistema de acogida de menores no acompañados que llegan a España, a través de Canarias y Ceuta y Melilla, y mientras VOX y el PP usan argumentos inhumanos y crueles como asociarlos con violencia, delincuencia y machetazos, cuando se ve la racanería (o el rechazo absoluto) del reparto de los chavales o a la locura de desplegar a la armada para evitar la salida de pateras (¿vamos a invadir las aguas de otro país? ¿van a torpedearlas?).
Es una vergüenza absoluta. El dibujante canario Padylla ya lo decía en una viñeta: “- En este viaje nos vamos a enfrentar a uno de los peores peligros posibles. – ¿El qué? ¿La hipotermia? ¿La deshidratación? ¿Los tiburones? – Peor, la incomprensión”. Son niños y adolescentes de la edad de Lamine Yamal, son adultos y jóvenes que huyen de la miseria y la guerra (como hicieron los padres de Williams), que arriesgan sus vidas para aspirar a algo tan humano como es tener un futuro mejor.