LAURA PÉREZ GÓMEZ: Todos tenemos miedo a la muerte; y quien diga lo contrario, seguramente miente. Saber que vas a abandonar este mundo antes de lo esperado es un plato muy difícil de digerir, y en Polvo serán, el cineasta catalán Carlos Marqués-Marcet nos propone una película que nos hará replantearnos algunos aspectos en torno a la muerte y el enorme tabú que la acompaña. Y para ello, en su sexto largometraje, recurre a un trabajo formal fuera de lo habitual para el autor, y desde luego, con la sana intención de alejarse del exceso de dramatismo que la muerte -por enfermedad- nos puede transmitir desde cualquier narración de la ficción. Hablamos en este caso de hablar el tabú desde el musical, y es que Polvo serán se instala en este género; sus secuencias cantadas y bailadas beben del cine musical del Hollywood clásico, donde imperaban escenas corales de bailarines que acompañaban a los protagonistas, muchas veces separándolos del escenario mismo y generando una atmósfera onírica e irreal, más cercana a otros mundos imaginarios. Así, Marqués-Marcet apuesta y gana, pues demuestra buen pulso en las escenas musicales así como en las partes de narrativa más convencional, donde el relato se apoya fundamentalmente en dos intérpretes sobresalientes, muy naturales y rebosantes de química, como son Ángela Molina y Alfredo Castro. Una pareja enamorada hasta la médula que decide que no ve un final que no sea en el que acaben juntos; juntos hasta la muerte. Pero cuando su idea genera un fuerte conflicto con la lógica opinión en contra de la familia -los hijos-, el musical se vuelve drama, y las sonrisas se tornan en lágrimas, también para el espectador -al menos si este es mínimamente sensible-. Porque el tema central de Polvo serán tampoco es fácil de digerir, por mucho baile y por mucho que los grandes temas compuestos por María Arnal sean de una delicadeza sublime. Y es que la película ofrece una de cal y una de arena, y quizá no es para todos los gustos; pero hace un homenaje al amor romántico y eterno, ese en el que ya es difícil de creer. Este es un relato evidentemente a favor de la eutanasia, como si una reivindicación de ella fuera, porque cada uno tiene derecho a morir como quiera y con quien quiera. Escrita a seis manos por Clara Roquet, Coral Cruz y el propio director, la película nos propone bailar con la muerte, sortearla, abrazarla o reírse de ella. Al fin y al cabo, forma parte de la vida y es mejor aceptarlo antes de que llegue, de la forma que sea.
(3)POLVO SERÁN, de Carlos Marqués-Marcet. JUNTOS HASTA EL FINAL
