NEL DIAGO: Miguel Ángel Sweeney, como autor, director e intérprete (en esta última faceta le acompaña Iñaki Moral), osa con esta ácida comedia autorreferencial establecer una crítica abierta y directa al modelo de política cultural, y más concretamente teatral, que practican nuestros gobernantes actuales (y pasados) responsables del área. Con relativa acritud Sweeney lanza sus dardos sobre, por ejemplo, las enmarañadas normativas que, tratando de ser objetivas, se convierten en laberintos kafkianos o en Himalayas de difícil superación, sobre todo para los sectores emergentes de la profesión. Ahora bien, con independencia de que a veces el autor idealiza el funcionamiento de la Administración en tiempos pretéritos o que el título responda más a una aspiración (la igualdad de trato) que a una realidad presente, la verdad es que la obra va más allá de la simple denuncia y arremete también contra la propia profesión teatral, no exenta de culpa, y hasta se desliza por la autocrítica, toda vez que al jugar con la autoficción Sweeney no tiene reparo en burlarse de sí mismo si hace al caso. Y eso último, claro, ayuda a que la obra se distancie del panfleto y entre en el terreno de la comedia aristofanesca al estilo juglaresco. Además, el buen trabajo actoral y el manejo acertado del ritmo, permiten que la acción transcurra con interés y que no repercuta negativamente la sencillez de la puesta en escena. Dicho de otro modo, Sweeney ha hecho de la necesidad, virtud, y ha cumplido con una de las máximas de todo teatro político: cuestionar al Poder, lo ostente quien lo ostente.