EL GRAN TEATRO DEL MUNDO, de Pedro Calderón de la Barca.- Teatro Principal. Theatrum mundi
NEL DIAGO: “Obrad bien, que Dios es Dios”, nos repite machaconamente Calderón en su obra y es como o un leitmotiv que recorre toda la trama de este auto sacramental concebido por su autor como una actualización contrarreformista de la vieja idea medieval del mundo como representación; un tópico que no ha perdido su validez imaginaria ni su pertinencia social, aunque quizás sí su impronta estrictamente religiosa. Cabe suponer que no es precisamente esto último sino la belleza poética de los versos calderonianos lo que ha llevado a la Compañía Nacional de Teatro Clásico a rescatar de la mano de Lluís Homar este difícil texto que, no obstante, suele llamar la atención de los creadores escénicos, prueba de ello es aquel extraordinario montaje valenciano que bajo la dirección de José Luis Alonso de Santos tuvo lugar en 2006 en el monasterio de San Miguel de los Reyes, de grata memoria. En aquella ocasión la música corrió a cargo del Coro del Conservatorio de Música de Valencia, en esta, por el contrario, de lo musical se ocupa desde el mismo escenario el percusionista Pablo Sánchez, quien marca el ritmo y acompaña la labor actoral de un amplio conjunto formado por Clara Altarriba, Malena Casado, Pablo Chaves, Antonio Comas, Carlota Gaviño, Pilar Gómez, Yolanda de la Hoz, Chupi Llorente, Jorge Merino y Aisa Pérez. La propuesta actual, con dramaturgia de Xavier Albertí (que también se responsabiliza de la parte musical), Brenda Escobedo y el propio Homar, se esfuerza en lograr un dinamismo escénico que vaya más allá de la mera ilustración de un texto canonizado con el fin de sintonizar con un público amplio y difuso. No podría asegurar que lo haya conseguido.
