Cartelera Turia

EL MUR: NOSOTROS Y LA CULPA

CARLOS LÓPEZ OLANO: Jorge Diéguez Cobo nació en España pero a los ocho meses marchó a Moscú, donde residió hasta los diecisiete años. Ahora vuelve a vivir en España. A Pesar de esto, nos entrevistamos en el Centro Español de la capital rusa, donde hemos llegado los dos pese a la difícil situación de bloqueo internacional por la invasión de Ucrania. Jorge me cuenta su historia, la de un exiliado de tercera generación que tiene el corazón partido entre dos patrias.

Sus abuelos fueron destacados comunistas y ambos se exiliaron en la antigua URSS. El paterno, Isidoro Diéguez, era secretario general del PCE de la región de Madrid. Salvó la vida cogiendo uno de los últimos aviones de la República hacia Argelia, y desde allí, a Moscú. “Dos meses después, el Komintern le entrega la misión ir a Nueva York a organizar el trabajo en América, y después volver a España a restablecer la dirección del partido en la clandestinidad alineado con el politburó. Se llamó el grupo Lisboa, porque viajaron desde Cuba a Lisboa, pero en la frontera hubo un chivatazo, les arrestaron, y en el 42 les fusilaron a los seis integrantes del comando”, me cuenta.  La familia se quedó en Moscú, a salvo, pero padeciendo la Segunda Guerra Mundial, con un retorno a casa imposible. Encerrados en lo que pensaron que era el paraíso comunista, pero que se convirtió en poco tiempo en un infierno de bombardeos nazis masivos y más tarde, de bestial represión estalinista.

El otro abuelo de Jorge fue también comunista. El comisario Juan Cobo formó parte de la policía republicana, y pasó por Valencia para dirigir la checa de Santa Úrsula, o al menos para tener un papel relevante en ella. Esa checa fue uno de los lugares negros de la represión republicana, desde donde se realizaron sacas en los primeros meses de la guerra contra ciudadanos en ocasiones acusados simplemente de ser de derechas. Antes de salir de España intervino en la operación Nikolai, orquestada por los servicios secretos soviéticos, que acabó con el asesinato de Andreu Nin, el dirigente del POUM. Nin se había opuesto al liderazgo de Stalin, y había denunciado su degradación. Ya en Rusia, Cobo se integró en la NKVD –la policía secreta de Stalin– y podría haber participado al menos inicialmente en el asesinato en México del disidente León  Trotski.

Su nieto Jorge, ha investigado a fondo estas historias familiares, que son también historia de España. Lo hizo después de que durante muchos años, en su casa no se hablara de ello: “Fue una tragedia de la que espero que hayamos aprendido y que no se vuelva a repetir. La sociedad era extremadamente violenta, y aquí no hay ni buenos ni malos, todos eran iguales en esa violencia, todos defendían sus ideas a golpes”, dice.

Jorge, el nieto del fusilado Diéguez, el nieto del agente de la NKVD Cobo, siente un enorme amor por Rusia, el país que acogió a su familia, en el que vivió tantos años. Tanto que a pesar de las dificultades para viajar desde España, dice “fíjate, estoy de vacaciones, y son diez días que he venido aquí y que disfruto, admiro este país y su cultura, pero me siento español”. Respecto a los hechos en los que estuvo implicado su abuelo materno lo tiene claro: asegura que no puede “responder por lo que hizo. Evidentemente, me parecen crímenes, me da igual el color que tuviesen. Las víctimas y los muertos son iguales, y el dolor de las familias es siempre el dolor de las familias. Para mí, recuperar el sentido de la historia es también reconocer que el dolor es común de todos, no puede ser diferente según el signo político”.

Le pregunto qué siente cuando recuerda, o cuando alguien le recuerda esa parte de nuestra historia de la que nadie puede sentirse orgulloso. “Le escribí un mensaje a la nieta de Andreu Nin, y le dije:  creo que mi abuelo participó en el asesinato del tuyo, y me contestó. La verdad es que después de tantos años fueron unos mensajes muy reconfortantes”, me confiesa.

Mientras hablamos, fuera pasa la gente abrigada. Estamos a cero grados. Ni frío ni calor, dicen algunos que es eso. Pero las palabras de Jorge llenan el ambiente con la calidez de su sinceridad.

Quizá eso sea algo parecido a aprender de nuestra historia.

Pie de foto: Jorge Diéguez Cobo, en la barra del Centro Español de Moscú, con Conchita, Niña de la Guerra. Foto Sergio Formoso

 

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