XIMO CÁDIZ: El 21 de abril de 2005 el Congreso aprobó la reforma del Código Civil que reconocía el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo. En 2005, Ang Lee dirigió Brokeback Mountain, un drama del amor imposible entre dos hombres (el mismo autor de El banquete de boda, una comedia que también hablaba del amor homosexual). En ambos films se retrataba la homofobia y la discriminación.
En los años 90 una parte del movimiento de liberación sexual se organizó y trazó una estrategia para conseguir la plena igualdad y combatir la LGTBIfobia: siendo una minoría demográfica queríamos hacer nuestras reivindicaciones hegemónicas culturalmente (en el sentido gramsciano). Y lo conseguimos. Hubo que actuar en la calle, hablar con los medios de comunicación, hacer incidencia política, sindical e institucional, trabar alianzas con multitud de sectores sociales, empezando por el feminismo (fundamental entonces y ahora, a pesar de estériles e incomprensibles derivas) y así pasamos de la marginalidad a ganar la opinión pública. Pero con la mayoría social no era suficiente, nos faltaba una mayoría parlamentaria que aprobara las leyes y llegó la (inesperada) victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero. Y allí estaban Carmen Montón, del PSOE; Isaura Navarro, por IU y Agustí Cerdà, por ERC para ser ponentes de la reforma del código civil que también apoyaron la mayoría de los grupos nacionalistas. Fue una ley con sabor muy de aquí; las tres eran de Valencia y, además, desde los primeros momentos, la implicación de Lambda fue total: aportando ideas y esfuerzo a la Federación Estatal que lideraron Pedro Zerolo y Beatriz Gimeno para, paso a paso, avanzar. Miguel Ángel Fernández (que acaba de publicar una magnífica biografía sobre Zerolo), Rubén Sancho, Mar Ortega, Toni Poveda, José de Lamo, Luisa Notario, yo mismo y todas las personas de Lambda junto a otras asociaciones de toda España, nos implicamos en aquella utopía que iba a dejar de serlo. Fueron años de perseverancia, de insistir, de movilizar, convencer, sumar.
Enfrente, para sorpresa de nadie, los de siempre: la jerarquía católica y el PP con su recurso de inconstitucionalidad que nos tuvo en vilo 7 años. Nunca lo retiraron, nunca se lo perdonaremos. Es asqueroso su intento de borrar de la memoria colectiva aquello. Igual que ahora cuando atentan contra la dignidad de las personas trans al recortar derechos. Por eso, hoy, 20 años después, proclamo que los derechos se conquistan, se disfrutan y se defienden, en la calle y con el voto.