FERNANDO COLOMO: Mi primera primer contacto con la Cartelera Turia fue en el año 1975. Tuve el inmenso honor de ser portada en un número dedicado al cortometraje que guardo como oro en paño. Y no era para menos: la portada era una foto mía de cuando rodé mi primer corto en 35 “En un París imaginario”, y yo estaba al lado de una cámara enorme, la misma con la que Buñuel rodó “Viridiana”, y tenía mi brazo izquierdo señalando hacia delante en una pose que había copiado directamente a Otto Preminger. El hecho de que una “Cartelera” del tamaño de una octavilla y con un reducido número de páginas, que además debía informar no solo de cine sino también de teatro, música, danza, y todo tipo de manifestaciones culturales, le dedicara dos páginas a hablar de la problemática del cortometraje dice mucho del grado de compromiso de tan minúscula, solo en tamaño, publicación.
La siguiente vez que tuve un nuevo contacto con la Turia fue a raíz del estreno en Valencia de mi primer largo “Tigres de Papel”. Me hicieron una entrevista en la que yo despotricaba un poco sobre la sala en la que se estrenó la película: “¡Si por esta calle no pasa nadie! A ver si con esta entrevista y el 2 de la Turia logramos que la película remonte”. Al leer ahora la entrevista no puedo por menos de sonreír anta mi ingenuidad; y es que, efectivamente, el nivel de exigencia de los críticos de la Turia era tan alto que un 2 se consideraba una buena puntuación. Recuerdo también la bronca que me soltó mi distribuidor por el comentario que hice sobre la sala: “¡¿Cómo se te ocurre decir eso?! No te das cuenta de que para el dueño de un cine su sala es como un hijo”.
Seguimos manteniendo el contacto a lo largo de los años sucesivos. En aquellos tiempos hacer una “turné” por las principales plazas era obligado para el director y los actores de las películas que se estrenaban. Valencia era una de las más importantes y allí me encontraba siempre con mis amigos de la Turia. No nos limitábamos a hablar de mi película sino que hablábamos de cine, intercalábamos puntos de vista y discutíamos con pasión de cinéfilos.
Creo que fue en 1998, yo acababa de rodar en Cuba “Cuarteto de la Habana”, cuando recibí una llamada de los Turia en la que me comunicaban que me querían dar el Halcón Maltés por mejor realizador: “Pero si todavía no he terminado la película” argumenté; entonces me explicaron que se trataba de un premio a toda mi carrera. Pasé pues una relajada semana de festejos en Valencia en compañía de otros profesionales del cine.
Y, recientemente, en el 2016 recibí otro premio totalmente inesperado: el Halcón Maltés como mejor actor revelación por “Isla Bonita”. En este caso la actriz revelación fue mi compañera de reparto Olivia Delcán. También ese mismo año un gran amigo mío, Joaquim Oristrell ganaba el Halcón Maltés por toda su carrera. Ambos premios, el de Olivia y Joaquim, merecidísimos.
De la Cartelera Turia me quedan pues dos Halcones y una portada. Pero sobre todo me quedan también un montón de bonitos recuerdo